Totti

Recuerdas?

Al llegar a casa, estabas en la ventana maullando y, cuando entraba, me abrazabas.

Ese quizá sea el recuerdo más sencillo de todos mis años contigo.

Aprendí que debía cuidarte, colocarte entre mis brazos para que sintieras paz y pudieras regalarme esa vibración que, con el mínimo gesto, me hacía sentir que estabas en calma.

Te quise en todos tus modos: cuando estabas feliz corriendo por toda la casa, enojado mordiéndome los pies, arañando sin razón, y también cuando te sentías enfermo y te acurrucabas en el mismo lugar.

Amarte era un equilibrio tan nuestro, confiar sin entender el tiempo que toma encontrar la calma.

Llegar a casa y sentir que mi hogar era mi hogar porque tú estabas en la ventana esperándome para abrazarme, y que era tu hogar porque siempre volvía a abrazarte.

Aprendí a estar alerta cuando te colocabas en tu lecho de muerte, pero cuando vino a golpearte, esa alarma no sonó. Cuando vino a castigarte, no se escuchó nada. Cuando vino a herirte, el silencio había perdido su eco.

Te decía tantas veces "ni se te ocurra irte" porque no podías dejarme sola, lidiando con tanto. Eras lo único de aquel nuestro hogar.

Te llevé conmigo a un sitio más amable, pero mis brazos fueron insuficientes entonces.

Te guardé bajo mi amor infinito, sin pedir nada a cambio y dándolo todo.

Te guardo ahora bajo el amor.

Te velé día y noche, semana y mes, te velé.

Te prometí tantas cosas si resistías, te prometí tanto si aguantabas un poco más, un último esfuerzo, una última vida.

Más que mi mascota, eras mi familia y yo tu lugar seguro.