La bruja
- MOKA

- 22 ene 2020
- 3 Min. de lectura
¡Quemenlas!
¡Quemenlas!
¡Quemenlas!
gritaba la multitud de gente ante varias mujeres acusadas de ser brujas, algunas reian porque creian que el mismo diablo las salvaria, otras lloraban por ser acusadas, pero habia una que tenia cerrados los ojos, pareciera estar dormida de pie, la cual creian que estaba realizando un hechizo, en ese momento llego el sacerdote acusandolas sobre el reniego blasfemamente de la fe, sobre el peligro mortal que reacae en las almas de estas pobres "Brujas", el sacerdote era la peor persona que podia existir en aquel pequeño pueblo, se aprovechaba de las mujeres haciendoles creer que el sexo con el, era tener puerta abierta en el cielo, que la sumision era parte de una regla que creo Dios para ser una buena mujer, pocas mujeres tenian la dicha de entender y sobretodo hacer de esta regla algo util para su alma, no era solo sexo, era tener sexo de todas las formas posibles, le gustaba pegarles mientras tenia sexo, ver recorrer sangre de aquellas pobres mujeres era algo que le exitaba demasiado, eyacularles en la cara era parte de la iniciación, una vez al mes escogia a mujeres virgenes para tener sexo toda la noche con ellas, muchas mujeres cuentan que han sangrado de sus genitales, otras cuentan que les ha dejado mordidas graves en diferentes partes del cuerpo, cuentan que ha matado a varias en pleno acto sexual, tiene demasiado poder sobre las mujeres, la mayoria creen en el divino camino que el sacerdote puede darles, tenia una mente demasiado perversa que las mujeres no podian negarse porque una palabra bastaba para condenarlas, las mujeres que no seguian sus reglas las acusaba de brujas ante el pueblo y las quemaban, muchas mujeres preferian no creer en dios que hacer algo repugnante con este hombre, pero la mayoria accedia a realizar todos los malevolos planes y asi poder limpiar su alma.
Ahi staban 5 mujeres defendiendo su opinion, defendiendo su forma de pensar y protegiendo su dignidad hasta el ultimo minuto de vida, una de ellas era mamá de 3 niños, sus hijos estaban junto con la multitud llorando y viendo a su mama a punto de morir, era un caos el lugar, habian mujeres gritando "Quemenlas" otras gritaban "Brujas" otras orando por sus almas; pidiendo que cambien de opinion y puedan darle la oportunidad al sacerdote para salvarlas.
Ahi estaba yo, un poco apartada de todos, viendo a aquella mujer con los ojos cerrados, queria entender que era lo que pasaba por su mente, me fui acercando un poco donde estaban todas aquellas pobres mujeres acusadas y otras tal vez brujas, logre escuchar al sacerdote susurrarandoles asquerosidades, dandoles opciones sexuales para "Salvar su alma", en realidad solo queria acercarme a aquea mujer la cual se me hacia muy familiar, senti una conexion inexplicable que llegue a pensar que la conocia, era una mujer muy alta, delgada pelo negro largo, cuando la observaba a detalle, abrio los ojos, su mirada fria hacia mi, sus ojos enormes me asustaron un poco, cuando el sacerdote llego a ella susurrandole sus intentos de salvacion, ella lo vio fijamente y le escupio a la cara, el sacerdote con su voz dominante y prepotente grito QUEMENLA!
los participantes del acto la ataron de sus manos con fuerza para llevarla al centro de la multitud, ella forcejeaba, gritaba muchas cosas que nadie lograba entender, su cara reflejaba demasiada ira, al momento de llegar al centro, el sacerdote hizo la señal de la cruz en la cara de aquea mujer, los demas empezaron a prender fuego al rededor de ella, en ese momento su cara cambio, ella tenia miedo. Ella queria resistir, cerro sus ojos cuando de pronto vi caer una lagrima caer sobre su cara palida, estaba temblando de miedo, empezo a gritar del dolor, vi como su pelo empezo a encogerse, vis sus manos entumecerce, vi como se desgarraba toda su piel, solo ella fue quemada, las demas accedieron a los castigos que el sacerdote decia que merecian.
- El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde, en el nombre del padre del hijo y del espiritu santo... amen!
seamos buenos seguidores de nuestro señor, sigamos su camino y sus leyes
las mujeres son fieles de casa, fieles al sacerdote, buenas oyentes y seguidoras de reglas,
que descanse en paz esta pobre y desobediente mujer -dijo el sacerdote a la multitud-







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