Domingo
- MOKA

- 26 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 ago 2019
Amanece y veo como cada gota de esta tormenta cae lentamente sobre mi ventana, que hago mirando esta lluvia si realmente no llueve?
Me levanto de esta enorme cama, como de costumbre a tomar un café negro, enciendo un cigarrillo, de los que recomiendan en ayunas, disfruto esta melancolía extraña, esa sensación de fin, disfruto cada suspiro de tristeza, cada bostezo de cansancio y sobre todo las hermosas ojeras que reflejan lo rota que estoy. La chamarra que llevo en mi espalda me dice que me miro hermosa ignorando al mundo, mientras en mi habitación se escucha el eco de paz y relajación. Logro cerrar un segundo mis ojos cuando me despierta el sonido de las campanas de iglesia anunciando que es el fin de todo, el fin de la semana, celebrando esta melancolía absurda de una mañana extraña con vibraciones desconocidas, retumba de nuevo el sonido de las campanas, esta vez aun mas fuerte que hace vibrar mi alma logrando un poco de alucinación.
Suele ser el atardecer mas hermoso, tan intenso de color naranja que conquista mis mas profundos sentimientos llegando al punto perfecto donde me envuelve en placer, estoy tan feliz y triste a la vez, logro sacar recuerdos que tenia guardados en mi cajón mental y saco cada recuerdo lentamente para añorarlos y contemplarlos uno por uno, volviendo de esta tarde un atardecer perfectamente melancólico donde te obliga a encender un cigarrillo mas, pretendiendo disfrutarlo. La tarde esta rompiendo luminosos destellos, lista para recibir a la tormenta, tirada en mi sillón, la vista del balcón perfecta, esperando ansiosamente la lluvia y ver como acaricia mi ventana para envolverme nuevamente en mis chamarras. Cierro mi cajón de recuerdos con una lagrima cayendo sobre mi mejilla, enciendo otro cigarrillo en plan de finalizar esta etapa que volverá sin duda en 7 días.
y ahí vamos de nuevo..







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